ARCHIVO DESPLEGABLE

sábado, 20 de julio de 2013

Preámbulo Bélico a la Batalla Naval del Lago de Maracaibo.

La Batalla de Juana de Ávila.


La declaración de Maracaibo en favor de la Republica, el 28 de Enero de 1821, fue tomado por el Capitán General Miguel de La Torre, como una violación al Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra celebrado en Santa Ana de Trujillo el año de 1820; Bolívar, por su parte consideró que se había procedido según los principios del derecho, y en consecuencia era legitima la proclamación de adhesión a la República de la ciudad de Maracaibo

Los militares españoles, habían mordido el anzuelo, pues se estaban reservando la cuenca geográfica del Lago de Maracaibo y Falcón, como sitios estratégicos de fácil acceso marítimo para futuras expediciones militares realistas de reconquista de territorio nacional, que bien pudieran venir tanto de la metrópoli ibérica como de Cuba y Puerto Rico.

Como corolario era inminente y necesario para los patriotas reiniciar la guerra, para evitar el eventual fortalecimiento de las tropas realistas, allende occidente, sometidas como estaban al poder monárquico.  De hecho, el pronunciamiento de Maracaibo, desahucio el armisticio y reanudo las hostilidades entre patriotas y realistas, que victoriosamente concluyeron  en la Batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821, donde el Libertador Simón Bolívar venció al Capitán General Miguel de la Torre y al grueso del ejército realista expedicionario que trajo el Gral. Pablo Morillo en 1815.

La Torre y su Estado Mayor y el batallón Valencey, se repliegan hacía la fortaleza de Puerto Cabello, por su parte, el General realista Francisco Tomás Morales, entre enero y marzo de 1822, tome la ciudad de Coro y la Villa de Altagracia, y la Villa de Santa Rita. Avanzaron luego los realistas sobre las poblaciones de Cabimas y Lagunillas, apoderándose de naves, vituallas y pertrechos, con las que pronto regresaron a los poblados del Norte.

Morales ordena enviar a la ciudad de Maracaibo, dos columnas de tropas, comandadas por el Coronel Lorenzo Morillo y el Capitán Juan Ballesteros, mientras él se hace fuerte en Altagracia a la espera de las resultas de la operación militar sobre Maracaibo, para embarcarse con el grueso de sus fuerzas militares sobre la capital zuliana.


Almirante Lino de Clemente
El almirante patriota Lino de Clemente, despliega sus soldados hacia la Cañada del Manglar; empero, cuando comienza el desembarco de Lorenzo Morillo, recibe la noticia de una invasión semejante por Bellavista. Entonces, ordena al Coronel José Rafael de las Heras (Cubano de nacimiento pero criado en Maracaibo, quién ya se había distinguido al servicio de Bolívar), ir con el batallón Maracaibo a hacerle frente. Mientras tanto, recrudece el combate en la cañada del Manglar, los realistas logran desembarcar pero son vencidos  y se retiran en desbandada hacia Perijá.

La otra columna española se desplegó en tierra por el hato de La Hoyada, el Capitán Juan Ballesteros, busca el lugar propicio para plantar combate y en este empeño penetra monte adentro hasta llegar al hato de Juana de Ávila, colocando a sus tropas en las mejores posiciones, parapetados detrás de cercas de Curarire a pique, y de enormes piedras de ojo.

Timbre postal con la esfinge
del mártir de Juana de Avila.
José Rafael de las Heras.
El comandante patriota de Las Heras ubica las posiciones enemigas, y ordena la carga a la batalla con un formidable asalto, las tropas del imperio español, se comportan con la mayor bravura sin poder si quiera disparar sus cañones, y a cambio, hacen cerradas descargas de fusilería. Las detonaciones en medio de una densa nube de humo y polvo, dan paso a los golpes secos y chirridos de bayonetas, sables y cuchillos. Ballesteros se crece en audacia y resiste temerariamente el masivo y certero ataque de los patriotas, en un sangriento combate en la infantería y caballería pelean en muy poco espacio, levantando demasiada arena y creando terrible confusión, la batalla del Hato Juana de Ávila comenzó a las tres de la tarde y transcurrida media hora, los frentes no cedían terreno, en una segunda etapa de la contienda, Heras, espada en mano se aparta, toma distancia y se lanza montado sobre su brioso equino, señalando hacia donde está el comandante realista, pretende concentrar el ataque sobre el punto de mayor poder de fuego, pero su caballo cae en una trinchera, causa de que el bizarro prócer saliera proyectado contra una gigantesca piedra, inmolando allí mismo su vida.

Figuración gráfica de la Batalla de Juana de Avila
Los Oficiales que acompañan a Heras, van sucesivamente ocupando la línea de mando de quienes caen muertos o heridos. Manuel León, fue sustituido por Paredes y éste por Ochoa, etc. En estas circunstancias es cuando los Sargentos Carlos, Bruno y Fermín Mas y Rubí, comandando sus compañías, cumplen con ejemplar heroísmo la última orden de su comandante que acaba de morir delante de ellos; y convertidos en titanes arrasan con su denodado esfuerzo al resto de las tropas realistas, arrollando y envolviendo a sus contrarios, entre quienes se halla el mismo Capitán realista Ballesteros, herido de muerte, mientras sus hombres unos huyen y otros se rinden a los patriotas; Francisco Tomás Morales al tener conocimiento de la derrota de su ejército en Maracaibo, se regresó a Puerto Cabello a llevar las malas noticias a La Torre, quien lo esperaba para hacerle entrega del cargo de Capitán General de España en Venezuela, pues según trascendió, él no quería ser el sepulturero del Imperio español.

Como recuerdo de esta gloriosa Batalla de Juana de Ávila, ganada por los patriotas el 24 de abril de 1822, se colocó entre rejas decorativas, una dedicatoria escrita sobre mármol blanco sobre un enorme pedestal labrado en piedra de ojo, por los fondos de la Facultad de Ingeniería de nuestra Alma Mater y dice “A los valientes soldados muertos en este glorioso campo de Juana de Ávila el 24 de Abril de 1822. Homenaje de admiración que les tributa la Junta Central del Distrito en el primer centenario del Gral. Rafael Urdaneta, 24 de Octubre de 1888”. Por lo que este monumento tiene allí 125 años. El hato originalmente era de un señor llamado José Joaquín de Ávila, quien le cambió el nombre al antiguo hato de El Caujaro a Juana de Ávila en honor a su esposa.

EL CORONEL CARLOS LUIS CASTELLI
Y SU DERROTA EN "EL PASO DE ZULETA, 1822.

Quedamos que el Mariscal de Capo, Francisco Tomás Morales, con vista del  fracaso de sus incursiones armadas planificadas desde su cuartel general en La Villa de Altagracia, ejecutadas por el capitán coriano Juan Ballesteros vencido al presentar batalla en el hato “Juana de Ávila” por el Coronel José Rafael de las Heras, muerto en este último combate; y el teniente coronel realista Lorenzo Morillo, que después de ser atacado por el coronel patriota Francisco María Farías en Las Misiones de la Cañada del Manglar, se refugia en Perijá; Morales inició nuevamente sus acciones con miras a reconquistar la provincia de Maracaibo, plegada a la causa independentista desde su pronunciamiento el 28 de Enero de 1821.

Favorecido Morales por el hecho de que las tropas republicanas se encontraban en su mayoría hacia el centro del país y después de vencer sorpresivamente en Dabajuro a la División de Occidente al mando del general Carlos Soublette, y al Batallón “Boyacá” comandado por el general Judas Tadeo Piñango; Morales, con un ejército desmoralizado por las deserciones, diezmado por las enfermedades y severamente afectado por los embates de las tropas del general José Antonio Páez se dirigió Morales hacia Puerto Cabello, donde se embarca una vez obtenidos suficientes pertrechos y hombres el 24 de Agosto de 1822 con rumbo a la Península de la Guajira, después que el mariscal Miguel de la Torre, se marcha a transferido a la isla de Puerto Rico, haciéndole del mando como Capitán General y Comandante del ejército realista en tierra firme venezolana.

Desembarco de Morales en las playas de Cojoro Guajira Venezolana.
Con un contingente de 1.500 soldados aproximadamente Morales desembarcó el día 29 en las arenosas costas de Cojoro, planificando una táctica de distracción que consistió en enviar sus buques hacia la barra simulando forzarla e introducirse al lago, mientras él con su ejército engrosado por un gran número de indígenas Wayuú reclutados se dirigía hacia la cercana Villa de San Bartolomé de Sinamaica, a cuya guarnición había llegado el 1ero de septiembre, tras obtenerse noticias de un posible desembarque de tropas españolas en la Guajira, el coronel patriota Francisco María Farías, quien ante la nulidad de los informes sobre los movimientos de las huestes invasoras resolvió inspeccionar personalmente la zona encontrando y combatiendo con algunas columnas de Morales, pero encontrándose en desventaja numérica de sus tropas se repliega tomando algunos prisioneros, pertrechos y el ganado, notificando el 3 de septiembre al general Lino de Clemente guarnecido en Maracaibo y para ese momento Intendente del Departamento Militar del Zulia; la superioridad del enemigo y su proximidad al río Limón, el cual, constituía para el jefe hispano Francisco Tomás Morales un gran obstáculo por vencer, debido a su regular caudal, corriente y profundidad lo hacían impracticable para el paso de tropas.

Por su parte, el coronel patriota Francisco María Farías al mando del escaso ejército republicano acantonado en la antes mencionada Villa de Sinamaica, dispuso la colocación de avanzadas en sus riberas con el objetivo de dar avisos oportunos sobre los movimientos del enemigo así como tiempo para que cuatro piraguas artilladas ocuparan posiciones en el estuario y en una acción conjunta impidiesen su avance hasta tanto llegaran tropas para enfrentar al jefe realista.

Coronel Carlos Luis Castelli.
Los informes de Farías desde Sinamaica alarmaron al general Lino de Clemente, ya que una vez sorteado el río Limón, Morales con su numeroso ejército seria una amenaza para toda la provincia. Dispone de forma inmediata el envío de los batallones “Occidente” y “Maracaibo” bajo las órdenes del coronel Carlos Luis Castelli, oficial valeroso, nativo de San Sebastiano Po, Turín (Italia), quien después de estudiar leyes estrechó la carrera de las armas ingresando a la guardia joven de Napoleón Bonaparte en la que fue distinguido por acciones heroicas, y que estando residenciado en Haití junto a un nutrido grupo de oficiales Italo-anglosajones decidió sumarse a la causa de nuestra emancipación, formando parte de la expedición que hacia las costas del oriente venezolano organizó nuestro Libertador Simón Bolívar en 1816, conocida como Expedición de Los Cayos siendo para la fecha del ataque del Mariscal de Campo español Francisco Tomás Morales el único de aquellos pocos extranjeros sobrevivientes.
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Es de notar las importantes relaciones y responsabilidades que Castelli a lo largo de su vida castrense desempeñó en nuestra región desde su campaña emancipadora hasta las postrimerías del gobierno de Los Monagas. Entre estas tenemos además de las acciones libradas en el paso de Zuleta, las ejecutadas en el puerto de Gibraltar como jefe de las acciones durante la batalla naval del Lago de Maracaibo al mando del Batallón “Caracas” y las que ejerció posteriormente como Comandante de las fortificaciones de la barra en 1824, Intendente interino del departamento del Zulia en sustitución del general Rafael Urdaneta en 1827 y seguidamente como administrador de la aduana de Maracaibo hasta 1828 cuando es designado gobernador y comandante de armas de la provincia de Coro.

Después de una dilatada ausencia regresó al Zulia en 1845 con el nombramiento de Jefe de Operaciones de la Plaza de Maracaibo hasta 1848, cuando bajo las órdenes del general Santiago Mariño emprende la campaña de pacificación de ésta provincia una vez que desconoció e insurgió en armas contra el gobierno del general José Tadeo Monagas, campaña cuyas acciones lo llevan tras una nueva y prolongada estadía en los caños del río Limón, que afectó severamente su estado de salud, en convertirse por nombramiento del general Mariño en gobernador y jefe de operaciones de esta provincia, una vez que logró imponerse y ser declarado “Triunfador y salvador de Maracaibo”, obteniendo además su ascenso a general de división y la más alta responsabilidad en el ministerio de Guerra y Marina.

Cañoneras del Coronel Francisco María Farias.
Continuando el tema del encuentro armado del Paso de Zuleta, el general Lino de Clemente instruye al coronel Carlos Luis Castelli para dirigirse a marchas forzadas hacia Puerto de Mono, camino por donde debería entrar el enemigo después de pasar el río Limón a través del Paso de Zuleta, lugar donde el rio Limón era menos profundo en su caudal  y angosto en sus riberas, allí se le enfrentaría junto con las avanzadas y las embarcaciones artilladas por Farías, las cuales debieron  iniciar las acciones de fuego para obstaculizar e impedir el paso de los realistas, pero contrariamente a lo esperado, desobedecen sus instrucciones y en vez de tomar posiciones en la ribera se colocaron a bordo de las embarcaciones artilladas las que después de haber lanzado algunos cañonazos sin hacer blanco efectivo sobre el enemigo procedieron a retirarse poco después hacia isla de Toas y la bahía del Tablazo, dejando abandonadas un puñado de piraguas que un traidor puso en manos de Morales, las cuales pese a su poco tamaño, fragilidad podían ser abordadas después de atravesar un buen espacio con el agua hasta el pecho desfilando por la margen del río, pasa a sus primeros hombres al otro margen, los que inmediatamente tomaron posiciones de combate para cubrir la operación de trasbordo fluvial del resto de la tropa que se llevó a efecto desde el mediodía del 3 de septiembre hasta el día siguiente.

Enterado de que tanto las avanzadas como las embarcaciones artilladas habían abandonado el río y que el enemigo lo estaba atravesando sin obstáculo, el coronel Carlos Luis Castelli consciente de la desventaja de sus tropas las que alcanzaban unos 500 soldados y del poco tiempo disponible para llevar a cabo alguna acción efectiva, emprendió de la forma más rápida posible su marcha hacia Puerto de Mono, al que llegó bajo una intensa lluvia en la madrugada del 4 de septiembre de 1822.

Abriéndose camino entre la espesa selva tropical el coronel Carlos Luis Castelli avanzó con sus hombres exhaustos por la intensa marcha, en medio de la oscuridad, la lluvia, la plaga y los tropiezos que ofrecía el terreno anegadizo y pantanoso de los densos manglares que circundaban el río Limón, y aunque tácticamente las únicas y mejores posiciones que debían tomar las tropas republicanas estaban lógicamente en la margen de aquel río, específicamente en su paso principal, el referido Paso de Zuleta, rodeado de Manglares como estaba, las que hacían imposible que Morales por su poca movilidad,  les derrotara aun siendo débil y corta la defensa, el coronel Castelli dió a sus hombres la orden de atacar al enemigo cuando apenas logre divisarlo, con la desventaja de ignorar las posiciones que a su vez los invasores habían tomado en la rivera los que para la hora de su llegada eran superiores numéricamente.
Sitio del Paso de Zuleta en las riberas del Río Limón.
Se entabla entonces una sangrienta contienda el el susodicho Paso de Zuleta entre las riberas del rio Limón, en la que patriotas y realistas se enfrenta en una lucha cuerpo a cuerpo y en un intenso fuego cruzado mientras estos últimos aún cruzaban el río Limón, originándose en medio del caos, el forcejeo y las interminables detonaciones de ambos bandos la muerte del coronel realista Tomás García, cuya pérdida afectó profundamente la moral de sus compañeros.

En un primer momento y en medio de una gran confusión el coronel Carlos Luis Castelli con sus tropas hizo retroceder al enemigo y reducirlo a los manglares, pero Morales con fuerzas superiores en número, animadas con una victoria, prestas en el caso de morir o vencer y además conducidas por un gran número de bravos oficiales logró imponerse haciendo desistir al jefe patriota que carente de municiones debió retirarse a las dos horas de presentar batalla e iniciarse el intenso tiroteo.

Pese a la derrota, el coronel Carlos Luis Castelli, se retira con sus tropas sobrevivientes a “Salina Rica”, sitio ubicado entre El Moján y Maracaibo, donde con refuerzos de las pocas tropas del general Lino de Clemente, intentan junto a éste impedir el avance de la marcha de Morales y sus realistas, pero tras el fracaso de sus acciones en “El Paso de Zuleta” la ocupación del invasor era ya un hecho inevitable.

Castillo de San Carlos de la Barra de Maracaibo.
Castelli junto al general Lino de Clemente marchan a la población de Moporo y Morales finalmente ocupa Maracaibo el 7 de septiembre de 1822, a merced de las huestes realistas, Maracaibo vive un doloroso periodo de terror, por la instauración de la pena de muerte, por persecuciones, torturas, la deportación de familias enteras, la confiscación de sus bienes y una guerra psicológica emprendida a través del “El Posta Español” publicación realista cuyas páginas narraban de una forma atróz las supuestas derrotas del ejército patriota en el sur y la calidad rapiñera de las mismas, quebrantando así toda esperanza en los patriotas Marabinos;  dos días después de la toma de Maracaibo, rinden la fortaleza de San Carlos de la Barra, entregada sin la más mínima resistencia por su comandante Natividad Villasmil.

Batalla de Salina Rica.

Combate desarrollado en plena salina, un poco
mas lejos del Caño de Cabeza de Toro.
Cuatro meses después de la batalla de Juana de Ávila, se dio otro encuentro armado entre patriotas y realistas en el sitio denominado Salina Rica, el 7 de septiembre de 1822. Morales, ahora engreído con los títulos de la máxima autoridad española, seguirá en su empeño de tomar a Maracaibo. en un audaz movimiento militar, invadirá por la Guajira y logrará su objetivo venciendo a los patriotas en la batalla de Salina Rica (un poco más o menos a la altura del sector Cabeza de Toro al norte de Maracaibo) y toma por la fuerza a Maracaibo. Sin embargo, los patriotas vencerán a los realistas en la Batalla Naval del Lago, y será el mismísimo Morales quién tendrá la amarga responsabilidad de firmar la Capitulación el 3 de Agosto de 1823, quedando la Patria libre para siempre.

La derrota en Carabobo, el 24 de junio de 1821, diezmó las fuerzas realistas, quedando reducidos a las plazas fuertes de Cumana y Puerto Cabello, la primera cayo rápidamente pero desde la segunda, considerando las fortalezas que circundan la ciudad de Puerto Cabello allí los realistas se hicieron fuertes y Francisco Tomás Morales zarpo dos veces a intentar tomar la ciudad de Maracaibo. La primera fue derrotado en Juana de Ávila y el segundo intento comienza el 24 de agosto de 1822, en un audaz movimiento militar invadirá por la Guajira, Morales con 1.200 hombres desembarca en  Cojoro, recluta todos los hombres de la región que pudo (nativos wayuu) y avanza sobre Maracaibo. El  2 de septiembre toma Sinamaica y el día 7 se enfrenta con el intendente del Zulia Lino de Clemente en el lugar llamado Salina Rica (un poco más o menos a la altura del sector Cabeza de Toro al norte de Maracaibo) venciendo a los patriotas quedando el paso libre a Maracaibo.

Batalla de Garabuya.

Mapa de 1829.
Al enterarse de esto el general Mariano Montilla manda una fuerza expedicionaria de mil infantes y 300 jinetes del ejercito patriota, desde la ciudad fortaleza de Cartagena de Indias  para recuperar Maracaibo desde Rio Hacha, al mando del Coronel Catalán José Sardá, pero fueron sorprendidos y vencidos en la Batalla de Garabuya, sitio en las inmediaciones de las riberas del rio Socuy, el 13 de noviembre de 1822, por tropas realistas al mando del mismísimo Morales, en un encuentro armado que le asegura a los realistas el control del occidente venezolano pues luego dominan la ciudad de Coro, y para mediados de Diciembre de 1822 las poblaciones de Gibraltar, Betijoque y la ciudad de Trujillo, así las cosas queda preparado el teatro de operaciones de la futura batalla naval del lago de Maracaibo.


Bibliografia consultada.
Pablo Nigal Palmar Paz. Cronista del Municipio Almirante Padilla. (Discurso ante la Academia de Historia del Zulia).
Vinicio Nava Urribarí. Batalla de Juana de Avila (Versión para imprimir, Web).
Batallas de Venezuela 1810-1824, Edgar Estévez González, Los Libros de El Nacional, editorial CEC, S.A.
Enciclopedia Wikipedia. 

José Luis Reyes Montiel.





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